Menos uno
por Eduwigis De Sixto
por Eduwigis De Sixto
Menos uno
por Eduwigis De Sixto
Eran las seis de la tarde, había pasado casi una hora desde que Paola empezó a sentir dolor. Estaba tirada a dos metros de la puerta, a lo sumo dos pasos si hubiera estado de pie, pero el dolor la había vencido antes de que pudiera alcanzar el picaporte.
Vivir en una cabaña alejada de la ciudad ya no era tan buena idea, y ser tan aprensiva mucho menos. Un cerrojo y dos cerraduras de seguridad alcanzaban para evitar robos, pero eran demasiado para quien apenas podía levantar la cabeza sin provocarse más dolor del que ya estaba sintiendo.
Los dolores se habían ido incrementado a medida que pasaba el tiempo. Primero cólicos, uno o dos antes de que se tumbara en la cama sosteniéndose el vientre, pero sujetarse el estómago no es suficiente para detener un aborto. Cinco días atrás había cumplido doce semanas. ¿Qué no dicen que la mayoría de los abortos espontáneos se dan antes de las doce semanas?
Había empezado la semana trece, cinco días de la semana trece, y ahora, estaba formando parte de la estadística. Quiso salir de la casa cuando notó que el claustro materno se había dado por vencido y estaba soltando el cuerpecito que había guardado por tres meses, pero apenas se puso de pie la dobló un dolor que del uno al diez era nueve y medio.
Caminó hasta donde pudo, pero se le doblaron las piernas y se desplomó casi inconsciente. La mantuvo despierta el deseo de retener al bebé, porque después de ochenta y cuatro días ya se considera un bebé, y el aborto ya no es aborto, es un parto prematuro.
Se dice que aproximadamente cuatro millones de mujeres mexicanas sufren embarazos no planeados, pero no era el caso de Paola, ella lo había deseado desde que conoció a Franco, desde que se fueron a vivir juntos a una cabañita a las faldas de la Malinche, a 2.6 kilómetros de la capital del estado de Tlaxcala, donde había trabajado hasta que le diagnosticaron un embarazo de alto riesgo. Desde entonces se quedaba en casa, Franco bajaba a la ciudad a trabajar durante diez horas, y regresaba con lo que había que llevar para que ella estuviera cómoda. Así, cinco días a la semana, porque los sábados hacía home office hasta que daban las tres de la tarde.
Todos los días agarraba su Jeep, donde gastó todos sus ahorros porque Paola siempre había deseado una. La JT había tenido el mejor año en ventas en toda su historia, mil ochocientas unidades en 2024. Luego, se enteraron del embarazo cuando Paola se desmayó en el estacionamiento al lado de su tan ansiada todoterreno. Después el diagnóstico, y de ahí restricciones, cuidados, y la pérdida de su empleo, porque a la jefa no le convenía pagar un sueldo tan alto si no producías.
De acuerdo con las estadísticas, de 2018 a 2021 más del 4% de las mujeres fueron discriminadas por embarazo en el ámbito laboral. Y ese mismo año el despido por embarazo fue la principal causa de denuncia por discriminación reportada a la Conapred, con un 94.6% del total de las denuncias. Otra estadística a la cual sumarse.
¿Pero quién se pone a hacer números en un momento como este?, claro, una estadista, aun cuando la vida se le escapa a la par de su más grande amor.
Finalmente, Paola pudo abrir la puerta, se puso de pie y como si vaciara un cántaro roto, un líquido caliente y espeso corrió por sus piernas empapando el suelo.
Luego dejó de quejarse, dejó de sentir dolor, y ni siquiera sintió cuando su rostro se estrelló contra el piso. Estaba dejando de respirar, pero pensó en un último número, el teléfono de Franco, el cual no marcó porque ya no tuvo fuerzas para moverse, aun cuando el sonido del motor de la JT se escuchaba cada vez más cerca, haciendo eco cada que golpeaba las paredes de la montaña.